Empezando esta aventura

EMPEZANDO ESTA AVENTURA

Por fin aquí está la sorpresita que os venía anunciando estos días.

Espero que este espacio llegue a ser un lugar de encuentro interactivo; ese libro de visitas; el diario de bitácora en el que también vosotros reflejéis libremente vuestras impresiones y emociones, y así nos enriquezcamos todos.

¡Ojalá que os guste! Irene

martes, 10 de diciembre de 2013

Mezcla de emociones

Querido Ejército Aliado:

Habréis notado que estoy un poco callada e incluso esquiva, a veces. La razón es que todo el proceso de cambio de médicos desde Quirón al Hospital de Madrid San Chinarro (Clara Campal) está resultando tedioso y agobiante. Pruebas y más pruebas, contar una y otra vez mi historia clínica a médicos y más médicos… estoy saturada de hablar de cáncer y además no me hace bien.

Sólo os hago un mini resumen: Hay cuatro o cinco posibles tratamientos, pero aún no sé cuál será el más indicado ni cuándo me lo podrán dar. No sé qué efectos ni primarios ni secundarios tendrá, ni cómo actúa a nivel biológico. Total, que mucha incertidumbre a corto plazo y empeoramiento a nivel físico que también se traslada al estado de ánimo.

Vuelvo a estar incómoda con las heridas, veo cómo algunos bultitos crecen día a día y cómo mi optimismo se va transformando en un vivir hoy y cada vez con menos ganas.

Sigue habiendo actividades y proyectos que hago y que me ilusionan, pero llevo una temporada bastante seta, haciendo muy pocas salidas y pasando mucho tiempo sola, por propia decisión.  Es tiempo que a veces utilizo para pensar, otras para llorar, muchas para dormir y otras para estar a mi rollo, leyendo, escribiendo o viendo una peli.

No me siento moribunda ni nada de eso, tal vez un poco deprimida sí, pero de forma intermitente. Quitando las heridas, por lo demás estoy estupendamente, ya sabéis: tipazo, estilosa, con la piel que no sé por qué pero la tengo estupenda, el pelo que me ha vuelto a salir muy fuerte y ahora lo llevo muy gracioso, no me duele nada (las lesiones de vértebra y rodilla, totalmente olvidadas), me siguen gustando el vino y los chicos guapos… en fin, que hay muchas cosas que no entiendo… esto de que tenga cáncer me parece ya totalmente innecesario. Si la vida me estaba mandando un mensaje, ya no sé qué parte es la que no estoy pillando.

Bueno, este correo es solamente para pediros disculpas si no os he contestado llamadas o correos y para poneros un poco al día. No os sintáis obligados a contestarme, a animarme ni a nada de eso. Creo que estoy en un proceso psicológico que debo pasar y del que saldré fortalecida, con toda seguridad. Sabéis que si necesito algo os lo voy a pedir y que si estoy con ganas de juerga, soy la primera en proponer planes… pero ahora no toca.

Seguiré informando o compartiendo relatos o lo que sea.

Un beso muy fuerte

Irene

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Costuras a flor de piel

Queridos todos:

Hoy tengo el día de sensibilización social.

Hace un rato os he enviado un correo pidiendo vuestro voto para un proyecto de investigación contra el cáncer de mama, a favor del hospital La Paz.

No querría saturaros, pero ahora, os quiero hablar de otro proyecto de sensibilización y apoyo a mujeres con cáncer de mama en el que, además, me he involucrado personalmente. Os hablé fugazmente de él hace tiempo y ahora está a punto de materializarse. Se llama Costuras a flor de piel.

Se trata de una muestra de fotografías muy artísticas realizadas por el prestigioso fotógrafo Koen Suidgeest a 200 modelos, todas voluntarias no profesionales, como yo, y todas afectadas directa o indirectamente por el cáncer de mama, como yo. Posamos semi-desnudas, mostrando nuestras cicatrices y queriendo demostrar al mundo que la belleza está en otra parte, que no dejamos de ser mujeres, ni personas valiosas y tratando de enviar todo nuestro apoyo y positivismo a otras mujeres que se vean en esta situación.

Quiero invitaros a que veáis el vídeo de la campaña, han seleccionado una de mis fotos, por cierto  Emoji y a que hagáis una aportación económica al proyecto. Los fondos recaudados se emplearán básicamente en imprimir las fotografías en gran tamaño y así poder ofrecer una exposición itinerante.

Existen otras maneras de colaborar. Os extracto parte del correo que me ha enviado hoy Koen:

¿Cómo nos puedes ayudar? He aquí algunas sugerencias.

1. Invertir como mecenas mediante la página de crowdfunding aquí. Mira primero el video, que son 3 minutos y es bastante emotivo. Cada aportación es importante y el nivel más bajo es de tan solo 6 euros. Verás que tenemos unos incentivos interesantes según cada nivel de inversión y además es para una buena causa que está presente de una forma u otra en todas las familias.
2. Mandar un correo a los empleados de tu empresa, tus amigos y/o tu familia para que también apoyan y difunden la campaña. El link que debes incluír es www.costuras.org. De esta forma, algunas empresas ya han iniciado una campaña promocional interna o han pedido la exposición para sus instalaciones en cuanto esté producido.
3. Poner el link www.costuras.org en facebook, twitter, etc. animando a tus amigos de hacer lo mismo.
4. Copiar el banner que estoy usando a pie de página y ponerlo como firma en tus correos electrónicos.
5. Pedir la exposición para un futuro (lo gestiona Rosa Mercader - rmercader@liniazero.com).
5. Dale un "like" en nuestra página en facebook aquí.

En el caso de que decides apoyarnos, hazlo hoy por favor. Te lo digo porque la plataforma de microfinanciación Verkami destaca ciertos proyectos que tienen éxito en su página principal y su blog. Si vamos bien, hay una gran posibilidad de que nos eligen para eso durante las últimas semanas de la campaña y así llegaríamos a un público mucho mayor.

Bueno, te mando un gran abrazo. Gracias por leer todo eso. Y por tu apoyo.

Koen x

Espero que os guste el proyecto.

Muchas gracias a todos. Con todo mi cariño,

Irene


martes, 5 de noviembre de 2013

En compás de espera

Querido Ejército Aliado:

Estoy en compás de espera pero preparando el ataque.

En lo que los patólogos miran y requetemiran mis genes y deliberan sobre si existen más armamentos contra los rebeldes, yo voy fortaleciendo el resto de frentes abiertos: mi salud mental, energética, nutricional, anímica, espiritual...

Los días se me pasan en una combinación de dormir, escribir, leer, ver a distintos médicos y terapeutas, algo (poco) de vida social, disfrute de mis hijos, mucha revisión interna y un par de proyectos de coaching.

Mi vida emocional es un torbellino, ahora estoy en shock, después lloro, después me cabreo, luego estoy tan pancha o incluso eufórica. Puedo pasar por todo eso en menos de diez horas. Me cuesta asimilarlo, pero me da que va a ser la tónica habitual. No toca estabilidad en este momento de mi vida. Entiendo que es difícil acompañarme así. Hasta a mí me cuesta aguantarme.

Ya os mantendré informados de las nuevas estrategias, cuando las haya. Mientras tanto os dejo con un nuevo capítulo de "Sin rumbo fijo" ¡y ya van cuatro! Uno más, creo y acabamos el viaje.

http://efectoluminoso.blogspot.com.es/2013/11/sin-rumbo-fijo-capitulo-iv.html

Un fuerte beso a todos,
Irene

SIN RUMBO FIJO. CAPÍTULO IV

… Regreso al hotel cuando ya ha anochecido. Efectivamente hace bastante frío. Llevo mis cosas a la habitación y vuelvo a bajar con la intención de disfrutar de un buen Ribera en el saloncito, mientras leo los Ensayos de Montaigne.

También es buena hora para hacer alguna llamada de teléfono. Me he venido sola, pero eso no significa que el resto del mundo haya desaparecido.

En la recepción, esta vez me espera un hombre joven, con gafitas de intelectual que habla con acento francés. Me da la bienvenida al hotel, me acompaña al salón y comenzamos una agradable conversación.

— ¿Cómo es que un francés ha venido a instalarse en un pueblo de Burgos?
– ¿Se me nota mucho el acento? Ya llevamos muchos años viviendo en España.

René me cuenta que se ha dedicado desde siempre a la hostelería, primero en París, luego en Madrid y finalmente en Caleruega, donde junto con su mujer Helena (la mujer que me atendió en la recepción), iniciaron este proyecto hotelero.

Con curiosidad me pregunta a qué me dedico yo. Me resulta difícil de explicar a qué me dedico en esta etapa de mi vida. 

– Soy escritora – me encanta la cara de las personas cuando les dices que eres escritora. Supongo que es una de esas profesiones que habitan en el imaginario colectivo, junto a las de pintor o músico, rodeadas de un halo de bohemia y romanticismo.
– ¿Eres escritora? ¿Y tienes novelas publicadas? ¿Cómo te llamas?
– Sí, bueno, estoy empezando. He publicado un cuento y ya está en camino el segundo.
– Aquí estuvo una vez un escritor y ambientó un capítulo de su novela en este hotel.
– ¿En serio?
– Sí, mira, te la voy a dejar por si la quieres leer. Es una historia de espías y lo único, es que a mí me cambió por un señor inglés con blazer, pero describe muy bien el edificio, incluso el escudo que tenemos a la entrada.

Continuamos en animada charla. Me pregunta de qué va mi cuento, le hablo de mi cáncer y del cambio de vida que ha supuesto y la conversación se vuelve más profunda, más empática. Siento que habitualmente cuidan a sus clientes con un trato cercano, pero también percibo cuándo las conversaciones y las relaciones cambian de nivel. Cuántas veces hablamos con una máscara puesta, con lo gratificante que es hacerlo a corazón descubierto.

Llega Helena con la carta:

– ¿Te dejo el menú y vas pensando lo que quieres cenar?
– Gracias. A ver qué tenéis. Acabo de empezar una dieta un tanto especial.

Me mira con extrañeza, porque mi aspecto físico no induce a pensar que necesite dieta, ni de adelgazamiento, ni de nada de nada.

– ¿Qué es lo que puedes tomar? Te podemos preparar lo que quieras.

Reviso la carta y veo que, con ligeras adaptaciones, puedo optar por un revuelto de setas y una ensalada con salmón.

– ¿Dónde prefieres cenar? ¿En el restaurante o aquí en el salón?

El restaurante está precioso, pero la idea de cenar en el salón me seduce.

Me siento plenamente en casa.

Después de una cena estupenda y muy bien presentada, me quedé un rato leyendo. Cuando me subí a la habitación, esta encantadora pareja me dio las buenas noches y, dato importante, la clave de la wifi.
– Mañana el desayuno es en el restaurante de ocho a once, pero si necesitas que te despertemos antes y preparemos algo, no tienes más que decírnoslo. 

Por mi gesto de sorpresa, Helena se ve en la obligación de darme una explicación:

– Es que aquí con frecuencia se alojan cazadores y ellos salen muy de madrugada.
– Ah – exclamo – Yo no soy nada madrugadora, más bien llegaré a las once y de milagro. Lo que no sé es si me iré mañana. Estoy muy a gusto aquí y tal vez me quede una noche más. ¿Habría algún problema?
– Ninguno. Si tienes frío esta noche, avísanos, ¿vale?
– No te preocupes, estaré bien – la sonrío y le doy las buenas noches.

Sentía que el chaparrón emocional ya había pasado, que volvía a estar en un nivel aceptable de bienestar y con ganas de reanudar paulatinamente mis hábitos. En el dormitorio me conecto con el PC  a Internet, brujuleo un poco por Facebook y por Netwriters, chateo un ratillo con mi querida Fefa, empiezo a escribir este diario de viaje y me duermo viendo un capítulo de Breaking Bad. Menudo personaje este Walter White.

Duermo de maravilla y el día me saluda con una mañana soleada y – ¡oh, sorpresa!  – escarcha en los campos.

Aún no me he aburrido lo suficiente de estar conmigo misma, así que decido quedarme un día más. Haré turismo.

Siguiendo las recomendaciones de Helena, me dirijo a un pueblo que ya está en la provincia de Soria que se llama Castillejo de Robledo y desde el que salen varias rutas de senderismo. Antes voy parando en cada pueblo que me encuentro.

Me sumerjo en un viaje medieval cuando llego al castillo de Pañaranda de Duero, con su torre del homenaje, las almenas, las saeteras y el matacán. Situado en lo alto de un peñasco, como solían ser los castillos de toda la vida, domina la visión de la llanura castellana.

¿Qué más necesito para que mi imaginación desbordante comience a inventar historias de caballeros, guerras con los moros y doncellas recluidas? Aunque en estos viajes al pasado, siempre prefiero imaginarme a la gente normal y corriente. ¿Se refugiarían los campesinos en el recinto del castillo durante los ataques de los infieles? ¿Cómo sería su vida cotidiana? ¿En qué pensaría el joven soldado situado tras la aspillera mientras veía acercarse al enemigo?

Claramente me voy encontrando mejor. Viajar es una de mis pasiones y siento que este viaje ya no es sólo interior.

Hoy es doce de octubre. El cumpleaños de mi amiga Virginia. La llamo y charlo un ratito con ella. Después llamo a Curro, otro amigo, que está pasando el fin de semana en su pueblo, Tudela de Duero. El conoce bien esta zona de Burgos y me da una serie de recomendaciones, como las de visitar la ciudad romana de Clunia o acercarme a Covarrubias a hacer sonar una campana que, según la tradición, te asegura un buen novio y por supuesto, asistir a misa cantada en Silos.

Tal vez por la tarde o el domingo por la mañana haga algo de eso. Continúo mi camino hacia Castillejo y esta vez paro en Santa Cruz de la Salceda. Hay varias cosas que llaman mi atención, como el museo de los aromas, la iglesia, pero especialmente un letrero que indica que hay un lavadero tradicional. Sin pensarlo dos veces me pongo a buscarlo. Tengo que preguntar porque está un poco retirado. Cuando lo encuentro, por supuesto estoy absolutamente sola.

Nuevamente, en esa caseta techada de piedra por cuyo suelo discurre un canal, me vienen mil historias a la cabeza de mujeres cotidianas, del pueblo, que acudían a lavar allí la ropa, entre chismorreos y rumores sobre los avances de los rojos. No sé por qué, aunque el lavadero es bastante antiguo, imagino escenas de la guerra civil.

Hace un día despejado, de cielo limpio y azulísimo. Ya es casi mediodía. Me tomo unas nueces y enfilo con el coche hacia Castillejo. Ya comeré por allí.

Está todo relativamente cerca. Paso por algunas bodegas, pero, como es festivo, están cerradas. La carretera, que estaba bastante bien asfaltada pasa a un estado lamentable en cuanto atravieso la linde entre Burgos y Soria. Nunca llegaré a entender nuestro complejo sistema de administraciones locales, regionales, comarcales y siempre burocráticas.

En una media hora llego a Castillejo y no sé qué hacer. Hacia la izquierda hay un puente y un camino muy empinado que sube hacia unos edificios que parecen bodegas tradicionales. Hacia la derecha parece que está el pueblo en sí. Ninguna indicación de las rutas de senderismo.

Voy hacia la derecha con la esperanza de encontrarme con alguien. Por muy perdido que esté esto, digo yo que habrá un bar. Efectivamente a unos doscientos metros hay una plazuela con un bar, un restaurante y ¡gente en la calle!

Entro en el restaurante, que tiene anunciado un menú con cocido. Me siento tentada de renunciar a mi paseo por la naturaleza y saltarme la dieta metiéndome en el cuerpo un poco de colesterol. No, voy a ser buena. Encargo al camarero un bocadillo de tortilla francesa para llevármelo y le digo que me avise en el bar de al lado cuando esté listo, que me voy a tomar algo mientras tanto.

¿Y qué me tomo? Me apetecería un botellín de Mahou, pero los tengo restringidos. En fin, el buen vino puedo tomarlo, así que me pido un Protos y me salgo a la placita. 


En uno de los poyos hay una pareja con su hijo tomando un vermú. Él es un hombre bastante gordete, de unos cincuenta años, con barba poblada, camisa, chaleco de lana y una boina tipo chapela. Ella algo más joven, guapa y bien vestida. El chico que rondará los veinte me recuerda a mi sobrino Víctor.

– Hola, perdonad que os interrumpa, me han dicho que desde aquí hay unas rutas de senderismo muy bonitas. ¿Las conocéis?
— No nos interrumpes en absoluto. Estamos aquí relajados tomando el aperitivo – me dice el hombre, con una sonrisa en sus enormes ojos azules y ofreciéndome unas patatas fritas de una bolsa – Sí, hay un camino que sube desde el río, pasa por las bodegas y lleva hasta una ermita.
— Ah, sí. He visto antes las bodegas. ¿Y no hay alguna otra ruta que vaya por el río, entre árboles?
— Sí, también hay otro camino que sale por allí por la derecha, que va paralelo al río. Hay una zona muy bonita en donde el río se encañona, luego subes al páramo, que es un espectáculo, y ya después el camino gira a la izquierda y regresa al pueblo por el otro lado.
— Esa me parece más interesante. ¿Sabéis si es muy larga?
— Serán unos siete u ocho kilómetros.
— Uy, no sé si estoy en forma como para hacerla completa.
— Bueno, puedes hacerla hasta la mitad, que llegas hasta unas fuentes, y luego volverte. Pero yo, de verdad te aconsejo que subas hasta el páramo. ¿Tú sabes lo que es estar en medio del campo solo?
— Ya, no sé cómo será este páramo, pero conozco bastante bien los de Ecuador y sí, son paisajes sobrecogedores, por la amplitud y soledad.
— Yo no sé cómo serán los de Ecuador, pero cuando estás ahí arriba y tienes doscientos kilómetros a la redonda sin ver nada y a tu derecha, al fondo la Sierra de Ayllón y al otro lado, igual de lejos la Sierra de la Demanda, te quedas maravillado.
— Mi marido es que es un enamorado del páramo.
— Ya somos dos. ¿Has subido por la noche? El cielo con estrellas debe de ser espectacular.
— De lo más bonito que he visto en mi vida.
— ¿Sois de aquí?
— No, vivimos en Madrid, pero ya hace años caímos por aquí, nos encantó el pueblo y nos compramos una casa. Mira, es esa de allí arriba, la de los geranios.
— Si, el pueblo está muy bien— interviene el hijo. El único defecto es que no hay wifi ni 3G.
— Ni falta que nos hace, que ya pusieron hace un par de años la cobertura de móvil y esto ya no es igual— replica el padre con mezcla de cabreo y resignación.
— Yo también soy de Madrid. Me llamo Irene, encantada de conoceros.
— Yo soy Rosa — me da dos besos.
— Yo Aurelio – más besos.
— Y yo Aurelio junior.
— Aurelio Jr. Como Walter Jr. El de Breaking Bad — lo reconozco, estoy enganchadísima a esa serie.
— ¡Exactamente! — me contesta riendo.
— Y tú, ¿no te aburres en un pueblo tan pequeño?
— ¡Qué va! A mí me gusta mucho cocinar y me entretengo aquí. Hoy voy a hacer un rape con salsa de carabineros.
Mi estómago empieza a segregar jugos gástricos. Tomo un sorbito de vino para engañarle. Continuamos hablando de gastronomía, de los estudios, de las becas Erasmus (“Orgasmus” en palabras de Rosa), de viajes…
— ¿Por qué no te quedas a comer con nosotros? — me ofrece la mujer.
Me quedo sorprendida por su hospitalidad. Cuando viajas solo, surgen muchas más oportunidades de conocer a nuevas personas, de conversar con ellas y de recibir regalos de este tipo.
— Os lo agradezco un montón, pero ya me he encargado un bocadillo con la idea de tomármelo en medio del campo, seguramente junto a una de esas fuentes que me habéis dicho.
— ¿Aquí donde Javi? Es un chico estupendo. Como quieras, pero si necesitas algo, ya sabes cuál es nuestra casa.
— Muchas gracias. Entonces…. El camino ¿empieza por ahí?
— Sí, sigues esta calle y llegas a la iglesia y al castillo. Por cierto, ¿sabías que este es el pueblo de la afrenta de Corpes, donde mancillaron a las hijas del Cid? — me informa Rosa.
— No, no tenía ni idea.
— Pues ahora cuando pases fíjate, que hay una placa donde lo pone y está el fragmento del Cantar del Mío Cid.

Llega Javi con mi mega bocadillo. Veo que son las tres de la tarde y decido que no puedo retrasar más la caminata.
— Bueno familia, pues voy a pagar el vino y me voy a hacer la ruta.
— Que se te dé bien. Si luego quieres pasarte a tomar un café, vamos a estar en casa.

Me despido de ellos con más besos y con la sensación de tener una familia de adopción en Soria.

Antes de salir del pueblo, efectivamente veo la iglesia románica, el castillo y el fragmento del poema. ¡Vaya con los Infantes de Carrión!


Me siento animada. Este viaje está resultando un éxito de encuentros y eso que no sé que aún falta alguno más.

... continuará

jueves, 24 de octubre de 2013

Mirando al futuro

Querido Ejército Aliado:

Millones de gracias por vuestros mensajes de apoyo y cariño. Pensaba contestaros uno a uno, porque para cada uno de vosotros tengo sentimientos de gratitud y aprecio especiales, pero lo he reconsiderado, no fuera a ser que alguno pensase que era una carta de despedida o algo así. Os aseguro que nada más lejos de mis intenciones que dejar de luchar y perderme estar más tiempo aquí, entre vosotros... y como que me ibais a dejar :-)

Ya me conocéis, no me quedo mucho tiempo estancada en las situaciones. Ya he movido lo de los nuevos médicos. Os contaré algo la semana que viene, cuando les vea. Y ayer por la tarde pues ya hablé por teléfono con algunos de vosotros y lloré, me desahogué, reí y luego salí a ver el fútbol y a evadirme un rato.

Esta mañana, aunque cansada, ya estaba mejor. He tenido mi reunión semanal con Mario y con Míkel, para preparar el taller de coaching y desarrollo personal que damos este fin de semana. Ya os contaré más adelante sobre este proyecto, que me ilusiona sobremanera.

También tenía en el buzón otra sorpresita que me ha llenado de ilusión: el contrato de edición del nuevo cuento con Cuento de Luz. Título provisional: La danza del tiempo. Con unas ilustraciones que están quedando preciosísimas y muy artísticas, por Enrique Quevedo. Si todo va bien, es posible que salga antes del verano del año que viene.

Y ya que estamos literarios os paso el enlace al relato breve de esta semana para el Tintero virtual de NW y que ya he colgado en el nuevo blog. El tema sobre el que teníamos que escribir era "El premio" y esta vez quise hacer algo en un tono ligero. Espero no meterme en ningún lío por mencionar a algunas "celebrities". Thys, te lo dedico, a ti, a tu equipo y a nuestros momentos "YoDona".

http://andoentreletras.blogspot.com.es/2013/10/luigi-forever.html

Pronto os enviaré la continuación de Sin rumbo fijo. Esto es como las series de televisión, como veo que ha tenido aceptación, sigo publicando nuevos capítulos :-)

Muchos besos

Irene

miércoles, 23 de octubre de 2013

ME CUIDO Y ME CUIDÁIS

Muchas gracias a todos, por vuestra presencia y disposición discreta, comedida, de acompañamiento y a demanda. Bendita la hora en que os alistasteis en este ejército.

Estoy en contacto directo con Carmen, mi psicóloga, que me va a cuidar en aquello que a algunos médicos se les escapa. Con Raquel, una médico a la que se le escapan muy pocas cosas. Y con vosotros, que sois mi gran suministro afectivo.

Os quiero,
Irene

BATALLA PERDIDA

Querido Ejército Aliado:

Estos rebeldes lo son con ganas. Han encontrado la manera de burlarse de todos los tratamientos y siguen avanzando lentamente.

De momento permanecen recluidos en la mama izquierda y en la axila, pero son más que antes.

El General ha descartado más radioterapia (por la cirugía ya ni le he preguntado, porque se descartó hace tiempo) y me ha propuesto dos estrategias:

La primera, pasar a la siguiente quimio en el orden del protocolo. Una en pastillas que aún no he tomado.

La segunda, que es la que vamos a seguir, es buscar alianzas estratégicas con la Vall D'Hebrón y el Clara Campal, que son centros en los que hay más investigación y adentrarme en el mundo de los ensayos clínicos basados en estudios genéticos y bioquímicos personalizados. Son dos vías que ya abrí en julio y que ahora voy a retomar.

Por lo pronto, y en previsión de que entre en algún ensayo clínico, hemos decidido suprimir todos los tratamientos ya que, a parte de que no estaban funcionando, todo ensayo requiere que en las tres o cuatro semanas previas no se tome nada.

¿Cómo me encuentro? Emocionalmente aún en shock. Este era uno de los escenarios que preveía, pero el confirmarlo me ha dejado en un estado en el que aún no puedo expresar una emoción y nada más que estoy actuando de forma autómata con la ejecución de la nueva estrategia. Ya he escrito a Barcelona y ahora buscaré los teléfonos del Clara Campal.

Supongo que no tardaré mucho en llorar, darle puñetazos a los cojines y liarme a disparar con las pistolas Nerf de los niños, que alivia mucho. Y que después de eso, empezaré a buscarle los lados positivos a esta nueva situación.

Ni siquiera sé si quiero estar sola o acompañada. Sólo os informo y os pido que estéis en guardia por si os llamo pidiendo refuerzos.

Muchas gracias a todos por estar a mi lado.

Un beso muy fuerte,
Irene

martes, 22 de octubre de 2013

SIN RUMBO FIJO. CAPÍTULO III

Cuando salgo de la iglesia son las siete de la tarde y aún no tengo idea de dónde me voy a quedar a dormir. Voy a devolver la llave y de nuevo me quedo un rato hablando con Sor Teresa.

— ¿Cómo te ha ido?
— Bien, pero me he asustado mucho al bajar a la cripta, con las estatuas esas.
— Ya, se me ha olvidado advertírtelo y mira que hemos puesto esa reja con estrellas, para que a la gente no le impresione, pero ni con esas.

Me propone que cuando vuelva a Madrid me acerque a algún grupo de catequesis, porque cree que me puede ayudar mucho sentirme acompañada. Sé que lo dice pensando en mi bien y porque cree en ello, pero me pongo un poco a la defensiva con ese intento evangelizador. No sé, supongo que me gusta ir por libre, también en cuestiones de fe.

— ¿Has bebido del pozo?
— Sí. He pedido alegría.

Me sonríe. Hay ternura, compasión y calidez en su mirada.

No me apetece prolongar más ese momento. Estoy más relajada que cuando llegué, pero aún no he encontrado la ansiada serenidad. Compro unas pastas, le pregunto dónde me puedo alojar y nos despedimos, ella prometiéndome que todas las noches a las diez y media rezarían allí por mí y dándome el teléfono del convento, para que la llamase cuando quisiera.

Primer encuentro con alguien especial en ese fin de semana.

Me quita la idea de dormir en uno de los conventos y me sugiere que vaya a la casa rural o al hotel. La casa rural no la encuentro, en cambio el hotel “El Prado de las Merinas”, está bien indicado. ¡Qué gran acierto ir allí!

Es un edificio construido al estilo antiguo pero con toques de modernidad, como el restaurante acristalado de formas curvas. Está situado a las afueras del pueblo, en medio de una finca ajardinada y muy bien cuidada. Al buscar la puerta de entrada, paso por delante de las ventanas de un salón, con sillones y chimenea. ¡Qué acogedor! Ya me imagino yo allí con un libro o escribiendo algo mientras me tomó un té caliente.

En la recepción hay una mujer joven. 

— Hola, ¿tienen una habitación libre para dormir esta noche?
— Sí, ¿para ti sola? 
— Sí
— ¿Y sólo una noche?

Me sorprende otra vez que me tuteen. Debe de ser costumbre de esta zona. No tengo por qué darle ninguna explicación, pero me apetece hacerlo.

— Sí, la verdad es que iba de camino a San Sebastián y he parado aquí un poco de casualidad. Posiblemente mañana tire para el Norte.
— Vale, es para saber qué habitación te doy. Cuesta 51 euros con el desayuno, si quieres te la enseño.
— Sí, por favor.

La habitación es amplia, con una ventana que da al campo. El baño moderno y lleno de detallitos (¡¡genial la goma para el pelo!!)

— Muy bien, pues me quedo. ¿La cama tiene manta? ¿No tendré frío?
— Esta noche bajan bastante las temperaturas, pero tienes manta y si necesitas cualquier cosa, nos la pides. Si quieres te doy una habitación de las del otro lado, que puede que sean algo más cálidas.
— No, no hace falta, voy a estar bien.
De vuelta a la recepción le doy mi DNI y cuando le voy a dar la tarjeta de crédito, me dice que no hace falta. La gente por aquí te tutea y es muy confiada.
— Aprovechando que aún hay luz, ¿hay algún lugar por aquí cerca donde se pueda dar un paseo, que haya árboles, o río?
— Sí, aquí mismo, según sales del hotel hay un camino a la izquierda que va paralelo a un arroyo. Al principio está adoquinado, pero luego se mete entre campos de cultivo y es de tierra. 
— Perfecto, pues me voy ahora y ya luego saco la maleta y ceno aquí.

El camino es fácil, al principio discurre paralelo al arroyo, más tarde cruza un parque y ya justo antes de adentrarse en campo abierto bordea una alameda. Un sol débil va descendiendo ante mí, hace frío, pero la luz en la cara, el sonido de las hojas mecidas suavemente por la brisa y el fluir del arroyo, me hacen estar presente, en este lugar, en este momento. Vivo el aquí y el ahora con plena conciencia y siento que encuentro el estado de serenidad que necesitaba.

… continuará

viernes, 18 de octubre de 2013

19 de octubre, Día Mundial Contra el cáncer de mama

Querido Ejército Aliado

Esta mañana me han entrevistado en directo para el programa Las Mañanas de TVE1, con ocasión del día mundial contra el cáncer de mama, que se conmemora mañana, 19 de octubre.

Han mezclado imágenes que tenían mías de archivo con las de la entrevista.

Os paso el enlace por si queréis verla (del minuto 12 al 21, aprox.)

http://www.rtve.es/alacarta/videos/la-manana/saber-vivir-18-10-13/2075787/

Sé que os prometí la continuación de "Sin rumbo fijo". Ya llegará, que estos días ando liada con la promoción de Mamá se va a la guerra.

Besos a todos,
Irene

lunes, 14 de octubre de 2013

SIN RUMBO FIJO. CAPÍTULO II

…. Salgo al vestíbulo e intento abrir el portón con la llave, pero no soy capaz de girarla. Al otro lado de la puerta oigo a la monja que llega y me pregunta si tengo algún problema con la llave.

— Sí, la estoy girando, pero no consigo abrir.
—Prueba a girarla hacia el otro lado.
— Nada… — le digo, mientras intento mover la llave con ambas manos.
—Espera, que entonces te abro yo desde dentro.

Me quedo estupefacta. Si me podía abrir ella desde dentro, ¿para qué me dio la llave?

— Quédatela, porque así luego cierras cuando te vayas. Mira, aquí ves el claustro. Y por esas escaleras a la derecha subes al museo. Esta otra puerta la voy a cerrar, es la que da acceso a la zona de clausura.

Me acompaña hasta el claustro, que es amplio, luminoso, con una segunda planta construida sobre el corredor. Está muy bien cuidado, el césped del centro recién segado, en una esquina un árbol que parece un frutal y en otra dos cipreses. De las ventanas del pasillo superior cuelgan jardineras con geranios. Está ya en sombra a excepción de una de las esquinas, cuyos muros reflejan la luz de un sol oblicuo. Perfectamente alineado con los puntos cardinales en cada esquina.

— Esta era la casa de los Guzmán. Aquí vivió Domingo. Te dejo sola.
— Gracias.
Antes de irse, vuelve hacia mí y me pregunta:
— ¿Cómo te llamas?
— Irene
— Irene, ¿puedo rezar por ti?
—Claro — le respondo con lágrimas en los ojos. 

Me sonríe y se va. La actitud de aquella mujer termina por franquear todas mis barreras. En la esquina soleada me apoyo sobre esos muros con siglos de historia y rompo a llorar desconsoladamente, vomitando mi pena. Intento ponerle una palabra que dé apellido a esta tristeza. Abandono, soledad existencial, la soledad del enfermo, que diría mi amigo Santi, la conciencia de que las personas van y vienen, caminan a ratos a tu lado, pero de que tu camino es solo tuyo. ¿Y por qué vivir esto con tristeza?

Recuerdo las palabras de María, mi maestra de reiki: La mayoría de los conventos y monasterios medievales están construidos sobre vórtices energéticos. Si tus pasos te llevan a uno de ellos es porque necesitas recargarte.

Camino hacia la otra esquina en la que están los cipreses, que de repente se me antojan como dos enormes antenas. Me pongo entre ambos, en posición de canalizar energía y respiro. Siento cómo a cada respiración, el aire que antes se me quedaba atrapado en el pecho va bajando un poco más hasta conseguir una respiración abdominal tranquila. La energía empieza a fluir, empezando por mis manos. Cuando llega a mi pecho izquierdo comienzo a sentir pinchazos, como pequeños calambres. Esto ya lo he experimentado antes con María. Sí, me estoy haciendo reiki.


Después de un rato vuelvo al sol. Esta vez más calmada, disfruto del calorcito en la cara.

Cuando salgo del claustro veo un enorme cartel con frases de Santo Domingo, sobre la humildad, la caridad y otras virtudes. Las leo para ver si alguna me dice algo especial. Me quedo con la última: «Os seré más útil después de mi muerte». Parece macabro, pero para mí conecta con el sentido de trascendencia.

Voy a ver el museo. Es una gran sala diáfana de unos cien metros de largo. El forjado  y las vigas de madera que lo sustentan están a la vista. Está en penumbra. La única luz que hay entra oblicua por una ventana ojival partida por un mainel, al fondo de la sala. Podría encender las luces, pero no quiero romper la magia de esos dos rayos de luz paralelos, que reflejados en diagonal por el suelo van a enfocar una caldera de cobre. No me resisto a sacar una foto.




En el museo, antiguos tapices, bargueños y santorales del siglo XII. Me trasporto a aquella época con facilidad y luego pienso que esta comunidad de monjas, sigue viva después de casi mil años. ¡Cuánta gente ha pasado por aquí, ha vivido y se ha muerto! ¿Y qué? El contacto con la historia antigua me hace relativizar el tiempo, la vida y la muerte.

Deambulo un rato más entre manuscritos y documentos que atestiguan las donaciones que los reyes y los nobles hicieron otrora al convento. Lástima que estén protegidos por un cristal, porque me hubiera gustado reconfortarme con el olor de la lignina oxidada. Carmen, mi querida Carmen, gracias a aquel artículo que trajiste a tu muro sobre el olor de los libros antiguos, puedo poner nombre a ese aroma tan particular.

No me entretengo más, ni siquiera vuelvo a entrar en el claustro. Tengo la sensación de que lo que tenía que hacer ahí ya está hecho.

Vuelvo al vestíbulo, llamo al timbre y enseguida me abre la misma monja.

— Muchas gracias. Le devuelvo la llave.
— Irene, soy Sor Teresa, la maestra de novicias. Si quieres contarme lo que te pasa, te escucho con el corazón abierto. Desprendes muchísima tristeza.
— ¿Tanto se me nota?
— Sí, mucho.

Le cuento un poco mi vida, mis circunstancias y ella me cuenta la suya, cómo llegó a hacerse monja a los veintiséis años, después de un intento de matrimonio fracasado. Me habla del amor de Dios, que se manifiesta en las dificultades.

— ¿Y me dices que tu cáncer está más o menos estable desde hace dos años?
— Sí, a veces avanza y a veces retrocede, pero de momento no sale de ahí.
— Es un mensaje de Dios.

No es la primera vez que me lo dicen.

— Eso creo yo, pero llevo dos años tratando de descifrarlo y no termino de conseguirlo.

Voy a empezar otra vez a llorar, así que la mujer saca otra llave gigante con una cadenita de la que cuelga una llave pequeña y moderna.

— Anda, vete a la iglesia que es la puerta de al lado. Entras con esta llave grande. En un lateral está la sacristía y al fondo, las escaleras que bajan a la cripta. Con esta llave pequeña accedes a ella. Hay un cuadro de luces, préndelas todas. Uno de los interruptores enciende el pozo. Verás un pequeño armarito. Dentro hay vasos. Bebe de esa agua y ten fe.

Salgo del convento y me parece que estoy viviendo una historia de ficción. Esta vez abro la puerta de la iglesia sin dificultad, a pesar de lo grande que es. Me impresiona entrar allí sola. ¡Qué confiada, la monja! Se cierra la puerta y cuando se para el eco, un silencio absorbente envuelve el aire. A media luz consigo ver el altar, un retablo y unos cuantos bancos. Es más sencilla y moderna de lo que me esperaba a juzgar por el aspecto exterior del edificio.

Bien, paso uno conseguido, ahora a buscar el pozo. La única puerta que hay me lleva a la sacristía y allí están, como me había dicho Sor Teresa, las escaleras de bajada. Justo antes de las escaleras, en la pared de la izquierda hay dos cofres de materiales preciosos y una especie de ventanita de cristal. Leo los carteles que hay encima: Don Félix de Guzmán y Don Antonio de Guzmán. ¡Dios mío, si son huesos humanos! ¡Jodeeer!

Cuando me repongo de la impresión, decido que voy a bajar al pozo de todos modos. La escalera gira a la izquierda y el paso está bloqueado por una reja de hierro con un candado. Bien, la llave pequeña… el candado se abre y la reja también. Continúo bajando por la escalera cada vez más oscura. Un golpe metálico me hace dar un respingo. ¡Coño, es la reja que ha chocado contra la pared! Intento relajarme. Me viene a la cabeza la bajada a otra cueva… pero esa es otra historia.

Al final de la escalera se abre una sala, apenas iluminada por un foco led de éstos de emergencia. Cuando voy a entrar… ¡hay alguien a mi izquierda! ¡Hostias, hostias, hostias, la puta monja! Busco a tientas algún interruptor. Se enciende una luz general y puedo ver que lo que hay a mi izquierda, detrás de una reja con estrellas, es una sepultura de mármol, con una escultura del muerto yaciente y custodiada por cuatro estatuas de cuatro monjes con capucha. ¡La madre que me parió! ¿Quién me manda a mí meterme en estas historias?
Busco el cuadro de luces para encender todo, no quiero más sorpresas. La cripta se va iluminando por partes a medida que subo los automáticos. Veo el pozo, que curiosamente es hiper-moderno, pero no sale agua. Pruebo con un automático que está separado a la derecha. Una de dos, o es el del pozo o es el general y me vuelvo a quedar a oscuras.

El sonido del agua me hace soltar un suspiro de alivio. Después de echar un vistazo general a la cripta, me siento en uno de los bancos corridos a recuperarme un poco. No estoy ahora en condiciones de pensar ningún deseo coherente. Sigo como en una película y me empieza a surgir en la cabeza algún relato de intriga. Me dejo llevar. Con el móvil le saco una foto a la llave de la iglesia. Si salgo de esta, verla me ayudará a recordar las sensaciones y a poner en papel el relato.



Después de ese momento creativo, vuelvo a la realidad. Estoy en una cripta, delante de un pozo milagroso y voy a beber y a pedir algún deseo. Me concentro. Obviamente pido salud y bebo un vasito de agua, pero siempre que pido este deseo, me surgen muchas dudas. ¿Pedir salud significa que el cáncer desaparezca? ¿Debería pedir eso más concretamente? En fin, confío en que Dios, Santo Domingo o quien quiera que se vaya a encargar de cumplir mi deseo, sepa interpretarlo correctamente. Entonces recuerdo cómo estaba en el claustro, hacía apenas una hora. Y cojo un segundo vaso. Esta vez pido: quiero vivir mi soledad existencial con alegría.

… continuará

SIN RUMBO FIJO

Viernes, 11 de octubre. Tres de la tarde en Madrid. Quiero estar sola, pero no en mi casa. Estoy triste, llevo varios días triste. Quiero ver el mar y también campos verdes. Nadie me espera, a nadie le debo cuentas. En el maletero del coche siempre llevo una bolsa con algo de ropa y un kit básico de supervivencia: cepillo de dientes, crema hidratante, medicinas y rímel. En el bolso el resto de lo necesario: algo de dinero, tarjetas de crédito, tabaco, un par de libros, un móvil con cámara de fotos, un cuaderno y lapiceros.

Salgo por la carretera de Burgos sin un destino fijo, tal vez San Sebastián, aunque es posible que me entretenga por el camino.

Conducir es para mí una de las mejores formas de meditar. Me voy dejando llevar por la música que sale de manera aleatoria desde el iPod. Poco a poco la mente se va vaciando de problemas cotidianos para llenarse de paisajes que tienen banda sonora original. La intuición ya dirige mis pasos.

A la altura de Aranda de Duero me viene a la mente el Monasterio de Silos. Meto la dirección en el navegador del coche. Confío plenamente en él para estas ocasiones en las que no hay prisa, siempre me lleva por carreteras secundarias, pueblos semi-abandonados y parajes insólitos. Y esta vez tampoco me falla.

Primera paradita en Villabilla de Gumiel, que tiene una ermita románica a la entrada del pueblo con unos bancos orientados a poniente. Son las cinco de la tarde, qué buen momento para un cigarrillo tomando un poco de este sol de otoño.



Continúo por la carreterucha, que atraviesa campos de trigo, pinares y algún viñedo en los que hay paisanos vendimiando. Me dan ganas de parar y ponerme con ellos, para recordar otros tiempos. Nota mental: “cuando vuelvas a casa añade al kit de supervivencia tu navaja, por si te da por vendimiar”.

Tras unas curvas, aparece ante mí Caleruega. Las señales rosas que indican que tiene varios monumentos románicos me invitan a pararme. Siguiendo la calle principal llego a una plaza en la que hay una iglesia, la Torre de Guzmán y dos conventos. Aparco y me meto en el primero de ellos.

— Buenas tardes.
— Buenas tardes  — me contesta el hombre tras la ventanilla.
— ¿Este edificio se puede visitar?
— Sí, pero es más bonito el convento de las monjas, porque este lo restauraron en el siglo XIX y se lo cargaron y el de ellas es del siglo XII.
— Ah… y ¿dónde está?
— Según sales, vas a la derecha y en la siguiente puerta. Te metes y verás una puerta a tu izquierda con un cartel que pone «pastas». Llamas al timbre y ahí te abren las monjas.
— Muchas gracias. 
— Espera, toma estos folletos con información sobre el pueblo.
— Gracias, muy amable.

Salgo del convento de los curas y me dirijo al de las monjas. Tengo una curiosidad tremenda por saber lo que me espera. Si he parado aquí será por algo. He salido de Madrid buscando paz, energía positiva, luz y he ido a parar en un convento en Caleruega. Por algo será.

Entro por la siguiente puerta en la calle y, efectivamente, en un vestíbulo hay un portón de madera enorme de frente y una puerta pequeña a la izquierda, sobre la que cuelga el citado cartel de «pastas». Ambas (¿o ambos?, dudo sobre la concordancia correcta) están cerradas, pero hay un timbre bajo el cual un mensajero de Seur ha dejado un aviso de intento de entrega fallido, por encontrarse ausente el destinatario. Llamo al timbre. Espero tres largos minutos y nadie contesta. Estoy dudando entre irme o llamar de nuevo, cuando un «meeeec» electrónico hace que la puerta de abra. Accedo a una pequeña sala con una ventana en la pared del fondo tras la cual aparece una monja, ni joven ni vieja, un poco regordeta, con gafas y cara de buenísima persona.

— Buenas tardes.
— Buenas tardes. Me han dicho en el convento de al lado que éste sí que merece la pena visitarlo. ¿Se puede ver?
— Sí, claro. Se puede visitar el claustro y el museo.
— Ah, el claustro… eso sería fantástico… he venido a…
— Buscar paz, ¿verdad?
— Sí… eso es exactamente lo que ando buscando.
— Pues te voy a dar la llave que abre la puerta de madera grande que hay ahí afuera. La abres y accedes al claustro y luego a la derecha hay unas escaleras que suben al museo.
Me tiende una llave antigua de hierro, que pesa por lo menos dos kilos. Es enorme. Me sorprende que me tutee. Mirándome fijamente a los ojos me dice:
— Puedes quedarte todo el tiempo que necesites. Luego cuando salgas me devuelves la llave y te doy la de la iglesia. Abajo hay una cripta y un pozo, en el lugar donde nació Santo Domingo. No sé qué te pasa, pero cuando bajes, bebe agua de ese pozo, porque se cumplen todos los deseos.

…. continuará

viernes, 20 de septiembre de 2013

Mi nuevo blog y más cosas

¡Buenos días a todos!

Muchas gracias por vuestros mensajes de ánimo que, de verdad, ¡animan!...y por los miles de favores que siempre me estáis haciendo. Me siento muy cuidada.

Estoy mucho mejor de la espalda, ya apenas me duele y desde el lunes ya voy sin el corsé y he empezado a retomar poco a poco mi vida habitual, sin pasarme, midiéndome con prudencia y moviéndome lo más posible dentro de mis posibilidades.

Del inquilino, que ya ni lo considero invasor, hasta más adelante no tendremos noticias, así que nada, a seguir con los tratamientos y a invitarle amablemente a que se vaya yendo, que su visita me ha enseñado muchas cosas y ha cambiado mi vida, pero creo que ya ha cumplido su misión.

Como ya me he "dado de alta", el miércoles tuve el placer de acompañar a nuestro amigo Thys a una cena en la Embajada de Italia. Thys, Belén, sois un chollo de amigos. Me dais la oportunidad de conocer a gente interesante, de acompañaros a eventos glamourosos y sobre todo, la excusa perfecta para hacerme un "ponte guapa".  Mirad la foto... me esmeré de verdad en ir mona. :-)


Aprovecho este correo también para invitaros a visitar mi nuevo blog:

http://andoentreletras.blogspot.com.es/

Como deduciréis por el nombre, este va de letras, de libros, de relatos, de las cosas que escribo con un carácter más literario, menos íntimo (a veces). Algunas ya las habréis leído pero la idea es ir alimentándolo con los relatos y crónicas que suelo escribir, más o menos semanalmente, para Netwriters. Tiene un formato muy básico, así que...acepto sugerencias encantada y sobre todo, os deseo que lo disfrutéis y que, si os gusta, lo divulguéis, lo comentéis o hagáis lo que os apetezca, que ya sabéis que escribo para divertirme primero, para compartirlo después y quién sabe si para publicarlo algún día.

Otra noticia:

El 19 de octubre volvemos a presentar Mamá se va a la guerra en Madrid, esta vez en La Central de Callao. Aún estamos ideando las actividades que haremos con los niños pero, si os perdisteis la del año pasado en La Casa del Libro, os invito a que vengáis a esta con vuestros hijos, sobrinos y vecinos. Ya os pasaré más detalles próximamente.

¡Que paséis un buen fin de semana!

Irene

jueves, 12 de septiembre de 2013

Desde el frente barcelonés y más

Querido Ejército Aliado:

Os actualizo y traduzco a mi manera las noticias desde el frente barcelonés de la Vall d'Hebrón:

Querida Irene:

En las biopsias que te hicimos hace tres semanas, el porcentaje de células tumorales resultó ser de tan sólo un 1% y en las que te hicimos este miércoles, cogiendo muestras de tejido de la parte más interna del pecho, ha salido un 20% de células cancerígenas, pero muy dispersas, mezcladas con tejido básicamente fibroso y cicatrizado como consecuencia, seguramente, de la radioterapia que se te aplicó hace un año. Lamentablemente, para el estudio genético Winther necesitamos mucha masa tumoral y en tu caso no la hemos conseguido, por lo que no vamos a poder continuar con tu caso por esta vía.

A cambio, estamos valorando entre el equipo de patólogos y oncólogos si con las muestras tuyas que ya tenemos, podemos hacer un estudio molecular con la tecnología y plataforma de predicción que ya teníamos antes del Winther. En este caso, no se estudia el genoma completo ni el RNA, pero sí se analizan los "sospechosos habituales", es decir, las mutaciones más frecuentes para las que además existen tratamientos. Es una tecnología diferente, que es más sensible y por tanto no necesita tanto tejido. En cuanto tengamos una decisión sobre si podemos llevar a cabo este estudio para ti, te informaremos.

En cuanto al estudio paralelo del ratón (al que, por cierto, a sugerencia de dos amigas, he bautizado Phoenix), este ya lleva tres semanas con tus células implantadas. No obstante, para ser realistas, tiene muy pocas probabilidades de prosperar, porque para eso se necesitan tumores muy agresivos y el tuyo, a la vista de tu historial, no parece que lo sea mucho. En cualquier caso, hasta dentro de varios meses no podremos saberlo.

En fin, estas han sido más o menos las palabras del oncólogo que coordina el estudio Winther en Barcelona. Es decir, que estoy fuera de ese estudio pero van a ver si me pueden hacer otro.

Paralelamente, en Madrid me hicieron unos análisis de sangre para verificar mis niveles hormonales y resultó que mis estrógenos, a pesar de los tratamientos, estaban bastante altos. Nuevamente he caído en el grupo de los raros, ese 2% de casos en los que eso podía pasar. Me han cambiado la terapia hormonal (ya no hay más pastillita amarilla) y están a saco induciéndome una menopausia.

También me hicieron más biopsias en Madrid, para ver si ya puestos, por un casual había cambiado un parámetro (de Her2- a Her2+) que no sé muy bien qué indica. En este frente, los resultados han dado que es un tumor altamente sensible a los estrógenos y no a otras hormonas como la progesterona, y que tiene una tasa intermitente de reproducción del 50%, o sea que el cabrón está activo.

Mi reacción: primero de tristeza al ver que se me cerraba la puerta del Winther. Estaba en Málaga en casa de unos amigos, así que cogí a mi amiga Belén por banda, que la tenía cerquita y le pedí su hombro para llorar un poco (tampoco mucho, ya sabéis que hace tiempo que dejé de ser llorona). Y después del desahogo, de insultar a mi cáncer y de expresar en voz alta que estoy harta de estar reencuadrando las situaciones constantemente, he procedido a eso, a cambiar mi observador (que decimos en coaching) y a hacer el reencuadre y mi valoración con la mente abierta, sin el tinte de las creencias negativas ni del victimismo y buscando la parte buena de la realidad en la que vivo hoy, ahora.

La lectura que hago:

Mi tumor está activo pero no es muy agresivo y hay zonas en las que ya no hay apenas.
Lo de los estrógenos da una explicación a por qué había empeorado entre marzo y junio y ya se han tomado medidas, a la espera de ver la evolución. No me harán pruebas hasta finales de octubre o noviembre.
Físicamente me encontraba bien, pude pasar unos días maravillosos en Cádiz. El rollo ha sido que al volver, tuve una caída (me resbalé en un garaje con un charco de agua y aceite) y se me ha aplastado una vértebra. Sin ser una lesión grave, sí que es un rollo, porque estoy en semi-reposo, tengo que llevar un corsé cuando estoy levantada y no puedo conducir. No me duele exageradamente, tiene un lado bueno, ya que al estar tanto tiempo tumbada, la inflamación del brazo me está mejorando, pero anímicamente me está afectando bastante: no poder conducir y perder parte de mi independencia, no aguantar mucho tiempo sentada y no poder dedicarle horas y horas a escribir como antes y la toma de conciencia de que mi cuerpo, mis huesos, no acompañan al ímpetu vital que tengo. Todo eso me produce frustración y tristeza, y estoy en ver cómo las manejo ahora, que aún no están permanentemente instaladas.

Los aprendizajes:

Aceptar y encajar un no es muy difícil. Puertas que se abren y después se cierran. Saber que la vida es así, que no siempre se gana todo lo que queremos y estar preparado para ello, sin hundirse y sin dejar de aprovechar todo lo que vivimos mientras estuvo la puerta abierta.

El valor de los amigos y la familia, en los momentos buenos y en los malos.

El valor del pensamiento positivo, del optimismo realista. No se trata de ser una ilusa ingenua, poniendo demasiadas esperanzas en algo, pero sí de apartar los pensamientos negativos, que sólo me llevarían a una espiral en caída y me impedirían disfrutar de lo bueno que tengo hoy, porque lo que tengamos mañana, quién lo sabe.

La satisfacción de haber puesto todo de mi parte para entrar en ese estudio: tres viajes a Barcelona y doce biopsias en tres semanas. No ha podido ser, pero yo lo he intentado. Eso ahora ya es pasado, experiencias que se añaden a la mochila.

En proceso... manejar esta frustración por lo de la espalda, como os decía más arriba.

Cambiando de tema, que esto de los médicos es muy aburrido:

Publicaré un nuevo cuento con Cuento de Luz. Os lo cuento ahora que ya Ana Eulate lo hizo público el sábado pasado en la radio. Es un cuento educativo sobre el sistema solar. Lo está ilustrando Enrique Quevedo (premiado este año en USA como mejor ilustrador) y va a quedar preciosísimo. No sé cuándo saldrá a la venta, pero no creo que antes de primavera del año que viene. Como con "Mamá se va a la Guerra", es un proyecto que me ilusiona muchísimo. El trabajo con Enrique está siendo muy interactivo y me confirma que Cuento de Luz es mucho más que una editorial infantil.

Sigo participando en Netwriters, ese foro de escritores con el que me siento tan identificada. Se publican relatos de mucha calidad y es un buen semillero... de hecho, el cuento de los planetas inicialmente lo escribí para participar en el concurso mensual de cuentos infantiles de NW. Además de pasármelo bien, leo, aprendo y hago músculo para cuando me decida a dar el salto a la novela.

Con el mundo del coaching continúo activa. Aprobé el examen y a finales de este mes me darán el certificado. Estoy disponible para hacer sesiones de coaching a quienes lo necesitéis. A parte de eso, creo que os conté que empiezo en octubre un curso de terapia humanista y también estoy en un grupo de trabajo muy interesante en el que tenemos un proyecto de coaching vital, que ya os contaré más adelante.

Y bueno...algunas cositas más. El 24 de septiembre me han invitado a dar una charla a pacientes de cáncer en el Hospital de Torrejón y ayer me hicieron una propuesta de colaborar con la Fundación Tomillo.

¿Entendéis ahora mi frustración por lo del corset? ¡Tengo muchas cosas por hacer!

A nivel laboral, estoy esperando a que me llamen para pasar otro tribunal médico. No tengo ni idea de lo que pasará, si me prorrogarán la baja porque vean posibilidades de que me reincorpore a Mercapital o qué.

En fin, queridos míos, voy a tumbarme un rato, que ya llevo demasiado tiempo delante del ordenador.

Un beso muy fuerte,
Irene

martes, 23 de julio de 2013

¿Ciencia ficción?

Querido Ejército Aliado:

Os dije que me daba de plazo este mes para diseñar mi nueva estrategia y ya está en marcha.
No sé si contaros todo lo que me ha pasado en estos días en forma de cuento porque, sin duda, parecería más una novela de ciencia ficción.

Voy improvisando con el teclado, a ver qué me va saliendo.

Hace unos días leía una reflexión de Tom Peters escrita poco después de los atentados del 11-S: “Por lo que se refiere al tema militar, tenemos la estructura perfecta para vérselas con la (antigua) Unión Soviética… y una pésima estructura para enfrentarse con Al Qaeda”.

Después de la última reunión con mi General, comprendí que hemos estado combatiendo contra unos rebeldes del siglo XXI, utilizando un armamento concebido para otro tipo de enemigo.

Tras estos casi dos años, reconozco que ya no me siento tan identificada con la metáfora militar como cuando escribí Mamá se va a la guerra. El cáncer, esos rebeldes, me ha enseñado muchas cosas: me ha hecho crecer, ser mejor persona, enfrentarme a muchos fantasmas, abrirme más, profundizar en mis relaciones, hacer cosas que jamás imaginé… Es cierto que puede matarme, como tantas otras cosas, y que me gustaría quitármelo de en medio ya, pero también que ha dado un nuevo sentido a mi vida. Pero bueno, no es momento ahora de ponerme a filosofar sobre la vida y la muerte.

Voy a la estrategia. Estuve viendo a los médicos de investigación del Centro Clara Campal y me ofrecieron, si mi tumor reunía ciertas condiciones genéticas, entrar en alguno de los ensayos que tenían en marcha. Me quedé con la información y les dije que ya les diría algo, porque quería ver a más médicos.

La semana pasada estuve con mi hermana Susana en Barcelona, viendo a los oncólogos del Vall d’Hebron. Surgió esta posibilidad a raíz de la generación de opciones que hicimos entre todos hace unos días y debo decir que he recibido trato de “Paciente VIP” y quiero agradeceros, una vez más, que hayáis puesto a mi disposición vuestra red de contactos.

El caso es que en Barcelona se me han abierto nuevas puertas a lo que podríamos llamar “estructura militar del siglo XXI” o terapias personalizadas basadas en la biología propia del paciente. Me han incluido en un estudio que se llama Winther y que se está llevando a cabo en seis hospitales del mundo simultáneamente con 200 pacientes de cáncer que reúnen ciertas condiciones. Los hospitales son el MD Anderson de Houston, Institute Gustave Roussy, Hospital Vall d’Hebron, Chaim Sheba Medical Center, McGill Segal Cancer Center and University of California, San Diego Moores Cancer Center. El objetivo de este estudio es probar una nueva tecnología de análisis del genoma humano y una herramienta informática de predicción de eficacia de los tratamientos disponibles en el mundo, en un tiempo que sea asumible para los pacientes y a un coste razonable.

En resumen, me han sacado unas muestras de tejido dañado y otras muestras de tejido sano, las van a analizar sacando el genoma completo de cada una, toda la estructura del ADN, del ARN y el Micro ARN (ni idea de lo que es) y esa información, la van a procesar informáticamente con un programa que contrasta todos los datos disponibles hasta ahora en cuanto a tratamientos aprobados o en fase de ensayo, biomarcadores, alteraciones moleculares y algoritmos de predicción de eficacia. Se mete todo en la coctelera y el resultado son unos informes que ponen a disposición del oncólogo en donde listan las alteraciones genéticas y los tratamientos recomendados para ese caso concreto por orden de probabilidades de eficacia. Todo eso en un plazo de seis a ocho semanas. Si os interesa conocer más detalles, hay bastante información en Internet.

En el correo anterior os ponía que me parecía que el primer paso importante en mi estrategia era encontrar al patólogo que pudiera obtener la mayor y mejor información sobre mi tumor. Bien, pues creo que he dado con el equipo idóneo. Esto ya no es biología hi-level, es más como un viaje al futuro.

¿Eso garantiza que vaya a tener un tratamiento eficaz? No, pero por lo menos tendremos mucha información muy fiable y podremos tomar una decisión más acorde con mis características personales y no basada en protocolos estándares.

¿Por qué mi tratamiento actual ha dejado de ser eficaz? Los médicos especulan sobre un posible cambio en mis niveles hormonales o en la receptividad del tumor a los estrógenos (es poco probable, un 2% de casos, pero lo vamos a verificar) o, como hipótesis más probable, que haya nuevas alteraciones genéticas, aparte de aquellas que os conté del Pten y el M-tor. Digamos que las células cancerígenas, como todas las células, pienso yo, buscan vías alternativas para seguir alimentándose y reproduciéndose, pero estas lo hacen más deprisa de lo necesario.

Mi pálpito personal desde hace tiempo, y no sé cuánto de acertado estará, es que una de las pastillas anti-hormonas que me estoy tomando no está consiguiendo el efecto deseado. Mi intuición se basa en un sentimiento interno difícil de explicar cuando cada noche me tomo la pastillita amarilla de Letrozol. El caso es que coincide con el criterio científico del oncólogo de Barcelona de que, como medida transitoria hasta tener los resultados del Winther, lo que él propone es cambiar el Letrozol por otro tratamiento hormonal diferente, cosa que a Hornedo le ha parecido bien y hemos hecho hoy. Porque, de momento, el veterano General sigue siendo mi oncólogo de cabecera.

También me he enterado, gracias a esa curiosidad mía que me hace freírles a preguntas a los médicos, que los procesos inflamatorios favorecen que los tumores se desarrollen, y justamente en abril, entre las pruebas de marzo y junio, es cuando estuve ingresada con la inflamación horrible del brazo.

Ufff, esto me está saliendo muy largo y ¡aún no os he contado lo de los ratones!

Sí, como lo oís. Que le gasté la broma a Hornedo hace meses de que si hacía falta yo me convertía en ratona y, más o menos, va a ser así, pero a la inversa. Hay un ratoncito en Barcelona al que le han implantado un trocito de mí. Esta es una línea de investigación paralela que puede dar resultados en seis meses como pronto. La idea es que a este pobre ratón, que ya nació para destinar su vida al progreso de la ciencia, le van a inducir un tumor igual que el mío, para obtener una muestra más grande a la que poder aplicar diversas combinaciones de fármacos y ver cuál podría funcionar en mí.

Entiendo que todo esto que os estoy contando a algunos de vosotros os pueda parecer que sobrepasa los límites de la ética. Respeto vuestra opinión y espero que este parte de guerra no os ofenda. Es algo muy personal. Todos los estudios están aprobados por comités de ética y yo he dado mi consentimiento sin ningún tipo de duda.

Llegados a este punto, quiero expresar aquí lo que yo creo, y cuando digo creo, no estoy hablando de una creencia racional, sino más conectada con la fe. Sé que es infrecuente que alguien ponga por escrito lo que yo voy a escribir aquí. Las razones suelen ser el miedo a que nos consideren que hemos perdido el juicio o el pudor por expresar algo que está en nuestro ámbito más íntimo y profundo. Yo, a estas alturas de mi vida, ese miedo y ese pudor no lo tengo. Tampoco sé si lo que creo coincide con alguna religión en concreto o con un poco de cada una. En fin, lo que yo creo es que una parte de nosotros, el alma, es inmortal, y que a veces esa parte es energía pura y otras veces es la combinación de energía y materia. Creo que algún día, el hombre llegará a demostrar esto de forma científica, tal vez a través de la física cuántica, pero hoy por hoy, esto es un asunto que cae del lado de la fe, de las ciencias ocultas, del esoterismo, de la espiritualidad… de ese mundo de experiencias inexplicables que está ahí y que aún no podemos justificar con nuestra mente racional. A ese estado de energía pura algunos los llaman ángeles; otros, energía positiva; otros, nirvana; otros, Dios; otros, estado de conciencia ampliada… es un universo de palabras en el que me pierdo, pero que trata de responder a esas preguntas existenciales a las que alguna vez todos nos hemos enfrentado ¿Quién soy? ¿Para qué estoy aquí? ¿De dónde vengo? ¿Cómo se origina la vida? ¿Qué pasa cuando nos morimos? ¿Por qué hay niños que mueren al nacer?

Lo que yo he experimentado, no sólo ahora que tengo la “presión existencial” del cáncer, sino en otros momentos anteriores, es que hay veces que siento que las cosas que pasan en mi vida están sincronizadas de manera especial: conocer a la persona adecuada en el momento justo; confirmar, al cabo de los años, que cosas que he expresado como un puro deseo han acabado cumpliéndose sin darme cuenta; reconocer en las ilustraciones de “Mamá se va a la guerra” que Momo pintó hace un año, a varios de los médicos que he visitado en Barcelona; que la puta pastilla de Letrozol, y sólo esa, se caiga al suelo casi todas las noches antes de que me la tome; estar en clase de coaching haciendo un ejercicio y, de repente, sentir un fuerte olor a rosa y ser yo la única que lo percibe… la lista de cosas raras e inexplicables es muy larga. Y como no soy capaz de explicarlas todas, juntas o por separado, de manera racional, lo que creo es que tengo uno o varios angelitos de la guarda que están guiando mis pasos últimamente. ¿Para qué? No lo sé, pero sí sé que mi vida ha cambiado y, en mayor o menor medida, también la vuestra al leerme.

¿Qué sentido tiene que participe en estos estudios médicos? No lo sé, espero que mi curación, pero tiene bastante más trascendencia que mi simple curación. ¿No os parece de coña que me seleccionen de entre todas las personas del mundo como una de las primeras que van a acceder a tener la información completa de su genoma? Y todo porque aparecí por Barcelona el día justo a hablar con el médico justo. ¿Será que dentro de unos años van a fabricar un clon mío?

No sé… si habéis llegado leyendo hasta aquí, es posible que penséis que estoy desvariando y puede que sea verdad. Mi imaginación a veces también se pone a volar hacia lugares insospechados. No es fácil encajar todas estas cosas que son extraordinarias, que no le pasan a la mayoría de la gente. Estoy confusa. Mi cabeza me dice que no debo publicar todo esto que he escrito, sin embargo, igual que cuando os envié el primer parte de guerra, mi intuición me dice que debo hacerlo.

Sois libres de hacer con este texto lo que os parezca. Pido perdón de antemano si en algo de lo que he escrito os he molestado.

Y ya otro día os cuento sobre los proyectos literarios a corto plazo. Son dos.

Un beso,
Irene

miércoles, 10 de julio de 2013

El expediente viajero

Querido Ejercito Aliado:

Me gustaría poder responder uno a uno todos los mensajes que me habéis enviado: de correo, de whatsup, de buzón de voz, de Facebook, en el blog, en vuestros blogs, en directo... Os lo he dicho más veces, individualmente sois geniales, cada uno en vuestro estilo, dando lo mejor de vosotros, pero todos juntos, visto desde donde yo os recibo, tejéis una fuerte red que impide que me caiga y que cubre mis necesidades de afecto, como una mantita de lana de vicuña. Siento orgullo y mucho agradecimiento.

Por actualizaros brevemente el asunto médicos, tras la generación de opciones colectiva, mi expediente ha empezado a viajar a varios centros de investigación oncológica. Ya he visto a los del Clara Campal. En estos momentos también están viendo mis informes los médicos del equipo del Dr. Baselga, en Barcelona, y en los próximos días tocaré a la puerta del Gregorio Marañón y del 12 de octubre.

Es un comienzo de plan de acción. El primer paso. Saber qué patólogo puede averiguar lo más posible acerca de mi tumor y después, en función de lo que descubra, saber si hay un tratamiento y dónde y cómo se me puede administrar.

No estoy en una situación de extrema gravedad, ni siquiera de gravedad media, porque todos los focos tumorales están muy localizados, así que tengo algo de tiempo (me doy de plazo este mes) para valorar bien todas las opciones antes de tomar una decisión.

Algunos me preguntabais por qué no se me puede operar. Hay varias razones de tipo médico. Las células cancerígenas no están únicamente en el tejido mamario, sino que han sido capaces de mezclarse con células de tejido cutáneo, subcutáneo y de los ganglios. Por lo que me ha parecido entender, una operación conllevaría riesgo de diseminación. Además, con el linfedema, habría un riesgo alto de infección. Total, que me quedo con mi teta, más bonita o más fea, más sana o menos, ahí se va a quedar y no me parece mal, no me agobia, al contrario, lo prefiero.

Como os contaba en el parte anterior, también he retomado el trabajo con María en reiki y otras terapias energéticas.

Ya os iré contando por dónde siguen mis pasos. De momento, tengo grabado a fuego que existe mi vida al margen del cáncer, así que sigo con mis cosas habituales. La semana que viene ya acabamos el curso de coaching y tendré varios días tranquila para ponerme a escribir en un nuevo libro, del que ahora no os puedo contar mucho.

Para los dos años próximos, me he matriculado en una especie de máster de psicología. Se llama Terapia centrada en la persona de Carl Rogers (que es el psicólogo o psiquiatra, no sé muy bien, que la desarrolló). Es un curso en principio manejable en dedicación de tiempo (una tarde a la semana) y que me va a proporcionar mucha más solidez, tanto a mí como persona, como a la hora de trabajar en las sesiones de coaching o de terapia, porque cuando lo acabe, podré hacer terapias de grupo, individuales y de pareja, siempre dentro de la línea de trabajo de este hombre.

En este aspecto, mi estrategia es clara. Estar activa dentro de mis posibilidades y formarme en áreas que me permitan ayudar a los demás en su crecimiento personal, algo que da mucho sentido a mi vida.

Como buena noticia del día, Mamá se va a la guerra sigue expandiéndose. La semana pasada Mari Val lo presentó en Amsterdam, en la reunión mundial del Look Good, Feel Better y Marta Zafrilla y Femeniname publicaron reseñas preciosas en sus blogs. Hoy nos ha llegado también esta noticia de Salamanca:

http://www.salamanca24horas.com/provincia/90609-la-programacion-cultural-de-este-verano-marcada-por-la-solidaridad

En fin, que esto era breve correo para agradeceros, una vez más, todos vuestros mimos y poneros un poco al día.

Os quiero,

jueves, 4 de julio de 2013

Generando opciones

Queridos amigos y familia:

Hoy no vais a encontrar ninguna metáfora en este correo, ni historias de reinas y vestidos de seda.

En los resultados del PET se confirma que los tres pequeños focos de tumor que me quedaban en el pecho se han reactivado un poco y han crecido de tamaño. Aún no es nada alarmante, en comparación con cómo he estado hace un año, pero la progresión, aunque lenta, existe.

¿Por qué el tratamiento actual está funcionando bien, pero sólo parcialmente? Según el General, porque las células cancerígenas van mutando y modificando su estructura para esquivar los tratamientos.

¿Se me podría operar? No, lo han vuelto a considerar, pero no es una opción viable.

Llegados a este punto, al equipo de Quirón no se le ocurren qué más tratamientos ponerme que me puedan valer, así que me han derivado al Centro Clara Campal, asociado al Hospital de Madrid en San Chinarro, en donde tienen una unidad de investigación sobre cáncer de mama, para ver si ellos tienen algún tratamiento novedoso, si me pueden meter en algún ensayo clínico de nivel I o si consideran que se me pueden hacer nuevas pruebas genéticas o moleculares.

Esta noche recibirán mi informe completo y espero que me llamen entre mañana y el lunes para que vaya a verlos.

De momento, continúo con el tratamiento actual.

¿Cómo me encuentro? Físicamente bien, fuerte, energética, igual que ayer y anteayer y las últimas semanas. De ánimos, ahora, regulín. Lo más frustrante ha sido el reconocimiento del General de que ellos, ahora mismo, no pueden hacer mucho más. Ya he llorado mi ratito de rigor.

Aparte de la alternativa de San Chinarro, que aún no sé si es tal alternativa, estoy abierta a más cosas, así que, si se os ocurren nuevas opciones, si conocéis a alguien que pueda aportar algo de luz a mi caso, os agradezco que me lo digáis.

Por mi parte retomo las terapias energéticas, que las he tenido un poco de lado en los tres últimos meses.

La parte buena es que las costillas que tenía rotas se me han curado, que el cáncer no está diseminado a otros órganos y que no tengo nada de tumor ya en la parte de los ganglios axilares ni en la pared torácica, que en teoría era la que tenía peores perspectivas porque es más complicado que los medicamentos lleguen ahí. Eso está facilitando que las heridas me estén cerrando, lenta pero progresivamente.

En fin, que sigue siendo un caso atípico, lo mires por donde lo mires.

Hoy no estoy con muchas ganas de hablar. Aún necesito tiempo para acomodar toda esta información, pero no quería dejar de contároslo y el email, una vez más, va a resultar útil.

Me imagino que no tardaré mucho en relativizar todo lo posible y centrarme nuevamente en todos los proyectos en los que ando metida con ilusión.

Un beso muy fuerte,

Irene

viernes, 21 de junio de 2013

Aún con el vestido de seda

Querido Ejército Aliado

Os envío este breve mensaje porque sé que muchos de vosotros estáis pendientes de lo que haya pasado hoy con el médico y porque además, como no es muy frecuente que me muestre triste, tal vez os haya preocupado más de lo necesario.

El estar triste o cansada de vez en cuando, no son más que estados emocionales transitorios que a todos nos pasan y yo no iba a ser menos. En general prefiero guardarme esos ratitos para mí, o como mucho compartirlos con el primero que pase por aquí en ese momento, porque sé que me duran poco y no merece la pena alarmaros. Pero bueno, el lunes os lo conté, supongo que para que también sepáis que existen, que no pretendo ser ninguna super heroína y que tampoco me gusta que me veáis como tal, pero entre eso y estar con un estado de ánimo depresivo, pues hay muchos estados intermedios, que es donde suelo estar, gracias a mi tendencia natural al optimismo y a relativizar las situaciones.

Bueno, después de este rollo ¿qué ha pasado con el médico? Pues que no le quieren dar demasiada fiabilidad a esta resonancia magnética, en vista de la magnífica evolución que he tenido con el tratamiento actual hasta ahora y de cómo me encuentro yo, física y anímicamente. Y lo que me han propuesto es que me haga la semana que viene un  PET, que en mi caso parece más fiable, para poder valorar mejor todo.

Así que, de momento sigo con mi tratamiento actual y en quince días o así, se verán los resultados del PET y veremos qué pasa. Por lo pronto, me quedo con el vestido de seda salvaje puesto y nunca mejor dicho porque nuestro querido Thys me ha invitado a que le acompañe esta noche a la gala de Yo Dona, en la que van a dar un premio a Elsa Pataky por su labor junto a GHD en la recaudación de fondos que se destinan a la investigación contra el cáncer de mama, ¡¡¡ya llevan un millón de euros!!!

¡¡¡Estas son las cosas que me hacen requetefeliz!!!

Voy a terminar el programa semanal que me he hecho de Ponte Guapa, Te Sentirás Mejor y a pintarme un poco los ojos para la fiesta, no vaya a ser que me saquen en alguna foto.

Mil gracias por vuestro apoyo constante.

Os quiero,
Irene

miércoles, 19 de junio de 2013














BLACK AFRICA

Era una mañana de domingo de principios de 1994. Prolongamos el desayuno y mientras Alberto devoraba sus periódicos, yo leía el suplemento dominical.

- Irene, ¡mira este anuncio!

Me enseña un diminuto aviso de no más de 3x3 centímetros:

BLACK AFRICA
Expediciones de aventura
Tel. 987 … …

- Podríamos ir a África este año.
- No sé, no es un destino fácil como para ir solos.
- ¿Y si les llamamos a ver de qué van?
- ¿No te parece un poco raro un anuncio tan pequeño y un número de León?
- Sí, pero la peor gestión es la que no se hace. No perdemos nada por llamar.

Llamamos, por supuesto y nos atendió un chico que nos contó que su socio y él querían formar un grupo para hacer una expedición por Kenya, Zaire, Uganda, Ruanda y Tanzania en verano. Que era un safari de un mes de duración en un camión todo terreno “overland” y que si nos interesaba, iban a hacer una presentación, con las fotos de la expedición del año anterior en Madrid en un mes.
¡Los gorilas de montaña! Uno de nuestros sueños. Empezamos a documentarnos para hacer productiva esa larga espera de un mes.

Cuando llegó el día, nos citaron en una cafetería de la zona de Pacífico. Un lugar de lo más corriente, pero que tenía una salita al fondo en la que estaríamos tranquilos y se podía hacer un pase de diapositivas.
Fuimos llegando poco a poco y finalmente nos juntamos un grupo de unos veinte. El chico de León, un chaval bastante tímido e insulso, nos presentó a su socio, quien sería nuestro guía. Era ÉL: un hombre de unos treinta años, valenciano, alto, guapete y con la indumentaria propia de un Indiana Jones en busca de tesoros.

Comenzaron enseñándonos unas fotos espectaculares: la sabana, los bosques húmedos, los gorilas, el camión, las tiendas de campaña…y de repente irrumpe en la sala un grupo de personas muy enfadadas. Insultaban a estos dos:

- ¡Sinvergüenzas, inútiles, estafadores!

Mientras unos casi llegaban a las manos, otros se dirigían a nosotros, los potenciales viajeros, para decirnos que el viaje del año anterior había sido un desastre organizativo.

Cuando consiguieron que se fueran y nos quedamos solos, los guías comenzaron a disculparse por el boicot.

- No vamos a negar que el viaje no saliera exactamente igual que como estaba planeado, pero África es así, imprevisible. No obstante, si después de esto que ha pasado, alguno quiere irse, lo entenderemos.

Murmullos entre nosotros y deliberaciones. Alberto y yo decidimos quedarnos hasta el final, por ver lo que pasaba. Nos quedamos unos diez o doce.

Terminamos de ver las fotos y luego les freímos a preguntas de todo tipo. Al final, viendo nuestra indecisión, jugaron fuerte:

- Hagamos una cosa. El viaje cuesta cien mil pesetas. Quien quiera apuntarse que pague por anticipado solamente la mitad, para cubrir los billetes de avión y los primeros gastos. Y a la vuelta, si estáis conformes con la expedición, nos pagáis las otras cincuenta mil. No queremos que penséis que somos mala gente.

Aquella propuesta mejoraba significativamente las condiciones del viaje. ¿No queríamos aventura? Esta lo iba a ser. Nos apuntamos todos.

La siguiente cita sería a principios de junio en el aeropuerto de Barajas. Un vuelo regular con destino a Nairobi y escalas en Roma y Jeddah.

Y allí en Barajas nos empezamos a conocer todos. Los presento aquí con sus nombres reales, aunque a lo largo del viaje fuimos adoptando motes. Amelia, una enfermera de la Coruña de unos treinta años, gordita y muy simpática. José Antonio, un hombre de unos cincuenta años, que era ornitólogo y sabía mucho de animales, había incluso trabajado con Félix Rodríguez de la Fuente. Ana y Basilio, una parejita de recién casados de Zaragoza. José Luis, un señor de cincuenta y tantos años que se acababa de prejubilar en un banco y había decidido realizar su sueño de conocer África, era la primera vez que salía de España. Alfonso, un hombre joven de Barcelona, algo viajado. Irene, una joven de Madrid, muy graciosa y despistada. Carmen, una chica de aspecto aniñado, muy mona y un poco reservada. Y nosotros dos, que por lo que nos pareció, éramos los que más experiencia viajera teníamos. El guía, Miguel, llegó tarde y el último.

Íbamos todos a la última moda del Coronel Tapiocca y nuestro tema de conversación principal en ese momento fue lo que llevábamos en la mochila: la ropa, los equipos fotográficos, las velas espirales para los mosquitos, el tratamiento anti-malaria, etc.

Irene, la otra Irene, tenía que cambiar dinero. En su despiste había dejado hasta el final aquel asunto, así que la acompañamos a la oficina de cambio.

Cuando estábamos embarcando, otra vez Irene se da cuenta de que le faltaban los billetes de avión y el pasaporte.

- Te lo habrás dejado en la oficina de cambio – le dije.

Alberto fue corriendo con ella y, efectivamente, al cabo de diez eternos minutos llegaron con los documentos de viaje recuperados y embarcamos, ya casi por los pelos.

Ya en el avión, cuando éste despegó, respiramos hondo. Comenzaba una nueva aventura. Era 1 de junio de 1994 y unos meses antes, en abril, se había desencadenado un enfrentamiento entre hutus y tutsis que acaparaba los titulares de todos los medios de comunicación. Nos esperaban los treinta días más retadores que habríamos vivido hasta ese momento.