Empezando esta aventura

EMPEZANDO ESTA AVENTURA

Por fin aquí está la sorpresita que os venía anunciando estos días.

Espero que este espacio llegue a ser un lugar de encuentro interactivo; ese libro de visitas; el diario de bitácora en el que también vosotros reflejéis libremente vuestras impresiones y emociones, y así nos enriquezcamos todos.

¡Ojalá que os guste! Irene

domingo, 26 de mayo de 2013

Una historia conmovedora sobre El Principito



Recuerdo aquel día de septiembre en el que recibí un email de mi amiga Fuencisla. Nos contaba algo más o menos así:

"Queridos amigos:

Va a ser mi cumpleaños en unos días y me gustaría pediros un regalo especial. Todos conocéis mi afición por coleccionar Principitos en diversas ediciones y lenguas. He descubierto una historia increíble mientras buscaba un Principito en dari. Hace años, El Principito fue traducido a este idioma gracias al esfuerzo personal y económico de un hombre afgano. Los ejemplares que se publicaron aún estaban en su casa de Kabul sin ser distribuidos cuando empezaron los bombardeos de la ciudad por parte de los talibanes. Este traductor se hallaba en aquellos días en Estados Unidos y pudo salvar su vida, pero su casa fue incendiada y con él todos los ejemplares de El Principito en dari. He conseguido ponerme en contacto con él y está dispuesto a traducirlo y editarlo de nuevo. Esta es la razón por la que este año os pido, como regalo de cumpleaños, que hagáis un ingreso del importe que os apetezca en una cuenta corriente que he abierto para recaudar fondos y financiar la edición. Necesitamos 4.000 euros."

Aquel año, los amigos respondimos ilusionados ante el nuevo proyecto de Fuen, sin siquiera poder imaginar la trascendencia de ese primer paso que estaba dando, y nosotros con ella. Se recaudó el dinero, se tradujo el libro, se editó…y se envió una carta a la entonces Ministra de Defensa del Gobierno de España, Dª Carme Chacón. En ella Fuencisla le explicaba su proyecto de viajar a Kabul para repartir en las escuelas afganas los ejemplares, y se pedía la colaboración del ejército español destinado allí, ya que la situación en el país era, y aún lo sigue siendo, muy peligrosa.

La ministra respondió muy favorablemente, poniendo a su disposición a las tropas españolas y facilitándole el contacto con el coronel D. Luis Herruzo. Fuen viajó junto a su marido  a Kabul y con la ayuda de los soldados españoles, repartieron los libros en algunas escuelas. Se entrevistaron con el ministro de educación y de aquel viaje surgió la creación de Fundación Cometa, cuyo objetivo sería fomentar la educación en Afganistán, especialmente de las niñas y mujeres y de la que Fuencisla es presidente, el coronel Herruzo vicepresidente.

Hoy en día, la Fundación está construyendo la segunda escuela española en Afganistán. En ellas se están utilizando muchos más libros traducidos al dari. Entre otros, el maravilloso cuento escrito por Ana A. Eulate, titulado “El cielo de Afganistán”, que es un canto a la paz.

Toda esta actividad de Fuencisla a través de la Fundación Cometa, la llevó a entablar una profunda amistad con el embajador de Afganistán en España, el Excmo. Sr. Masood Khalili. El Sr. Khalili, aparte de político, es esencialmente un escritor y poeta enamorado de su pueblo. Además, es hijo de Khalilulla Khalili, tal vez el poeta más significativo de Agfanistán del siglo XX. Ambos, padre e hijo, tienen unas biografías apasionantes en las que aparecen la guerra, el sufrimiento del pueblo afgano y su amor hacia él, la persecución política, el terrorismo y por encima de todo, la poesía. Hace unos meses, se presentó en Madrid “Una Asamblea de Polillas”, una selección de poemas de Khalili, traducidos por primera vez al español por… Fuencisla Gozalo.

Ella y yo compartimos muchas cosas, hemos viajado juntas, hemos despedido a amigos y visto crecer a nuestros hijos que son amigos, pero si hay algo que nos une bastante es nuestra afición por la lectura. Compartimos libros, nos aconsejamos la una a la otra, los comentamos y tenemos nuestro pequeño club de lectura “a deux”, que se activa en las noches de insomnio con un wassap. Ella también es la responsable de que Mamá se va a la guerra llegara a manos de la Editorial Cuento de Luz, pero esa es otra historia...

Y todo empezó porque una joven Fuen, apasionada por el Principito, un día decidió empezar una colección. Creo que Saint Exupèry estaría encantado de conocerla. Últimamente no dejo de pensar en la trascendencia que tiene todo aquello que hacemos.

sábado, 25 de mayo de 2013

¡¡¡Me siento bien!!!

Queridos míos:

Me siento bien. Con déficit de sueño (dicen que por la luna llena) pero bien. Mi salud está conmigo y mejorando día a día. Sigue siendo mi prioridad número uno y trato de combinar descanso con actividad en proyectos en los que me estoy metiendo y que me motivan mucho. Muy cerquita como prioridad, está el bienestar de los niños y de todos los demás.

No soy insensible a lo que me rodea. Enfermedad, paro, crisis económica, cierre de empresas, soledad, reorganizaciones familiares, aislamiento, vejez…Algunos de vosotros, muy cercanos, lo estáis viviendo y ya que no me puedo dormir un rato de siesta, por lo menos me he puesto a escribir esto para invitaros a que deis un paso, que consiste en cambiar las palabras por:

Salud, sanación, proyectos, fortalecimiento de lazos familiares, amor, amistad, compartir, vida…

Se trata de sentirnos bien y de poner el foco en aquello que nos hace estar así y avanzar, cambiando lo que nos hace sentir mal y nos bloquea.

Coaching, Programación Neurolingüística, Pensamiento Positivo, Ontología del lenguaje, Reiki, Inteligencia Emocional…Son diferentes perspectivas y no las únicas de abordar momentos difíciles y de transformarlos en retos y oportunidades. Y las palabras tienen mucho poder. Así que ahí os dejo una pequeña propuesta, por si pasa algo bueno.

Yo sigo ampliando la familia, en sentido amplio. Primero fue el Ejército Aliado, los que siempre habéis estado ahí y los que os habéis ido uniendo. También llegó la familia de Cuento de Luz, llena de amor, magia, luz y por supuesto cuentos divinos. Y la familia reiki, maestros, compañeros y personas que me voy encontrando que creen, como yo, en la bondad de las terapias energéticas y con las que comparto mucho más que eso. A principios de año se incorporó mi familia coaching, dentro del curso y fuera de él: profesores y compañeros con los que estoy viviendo momentos de muchísima intensidad y transformación personal. Y últimamente he encontrado a la familia Netwriters, un grupo de escritores con algo muy especial, luego os hablaré de ellos. Desde luego, hay algo que no me falta, cariño y afecto.

 ¡GRACIAS!

Como os decía, tengo varios proyectos en marcha y uno de ellos es el de seguir escribiendo y tal vez publicar. Netwriters ha sido un hallazgo. Una comunidad de escritores, cada uno de su padre y de su madre, con su propio estilo y unidos no solamente por un sello editorial, Atlantis/Netwriters, sino por su carácter: personas creativas, grandes lectoras, inteligentes, cultas, reflexivas, que escriben muy bien, amantes de la Literatura pero sobre todo grandes seres humanos. Ayer tuvimos la ocasión de compartir una tarde de literatura y cervecitas y para mí fue la oportunidad de conocer a muchos de ellos en persona. Me apetece conocerles aún más, por eso me he hecho con casi toda la colección de novelas publicadas por ellos. Ya tengo lectura para todo el verano. Por mi parte, me gustaría ir publicando en el blog reseñas sobre ellas, a pesar del riesgo que supone opinar sobre la obra de un compañero.

Con Netwriters también estoy iniciando un proyecto de colaboración. Escribiré periódicamente (sin periodicidad ninguna) crónicas de viajes. Lo sabéis, he sido un poco trotamundos, así que tengo vivencias más que suficientes para escribir sobre un asunto que además me apasiona, los viajes: la descripción de los lugares mágicos que esconde nuestra Tierra unidos a la experiencia y aprendizaje personal. Serán viajes físicos y espirituales. Los publicaremos en su web: www.netwriters.es y también en mi blog.

Y hay más cosas que os iré contando a medida que vayan tomando forma.

Voy a prepararme un café.

Muchos besos,
Irene

P.D.: ¡¡¡¡Quedan 5 días para que sepamos los premios definitivos para Cuento de Luz y para Mamá se va a la guerra!!!!

domingo, 19 de mayo de 2013

EL AMULETO





Anoche terminé de leerme El Amuleto, de Emilio Porta. Es un libro en cierta medida inclasificable. Diría que es una serie de pequeños ensayos encadenados por un hilo argumental que le dan forma de novela.

El protagonista, Cimbalé, es un chico africano que llega a España en una patera y que consigue integrarse y prosperar en nuestra sociedad a la vez que pone en práctica su manera de entender la vida, la libertad y su propia individualidad.

Cada uno de los ensayos es un pequeño tesoro en si mismo. Cimbalé, y a través de él vislumbramos el pensamiento del autor, aborda asuntos como las religiones, la emigración, el conflicto palestino-israelí, el amor, la felicidad, la búsqueda de una identidad propia, la Literatura, el cine, los atentados del 11-M. Todo ello contado de manera amena, sin renunciar por ello a la profundidad de los planteamientos filosóficos y vitales, en los que el autor nos va guiando en su pensar al tiempo que nos plantea preguntas fundamentales.

“Toda la vida es un instante. Un instante dividido en más instantes que forman una cadena de sucesos que solo existen al permanecer después en la memoria”.

Hay mucho de filosofía en este libro, pero también mucha humanidad. No contiene verdades absolutas, lo cual es de agradecer en esta época en la que vivimos.

Cimbalé Entwonga, es escritor y profesor de Literatura y ello da pie a que a través de las páginas nos demos un paseo por lo mejor de la narrativa y la poesía de habla hispana. Los diálogos con sus alumnos son simplemente deliciosos, aunque por desgracia me temo que algo utópicos.

Pero tal vez la clave del libro esté ahí, en las utopías, las de cada uno y en nuestra pasión por perseguirlas.
El Amuleto está editado por Ediciones Atlantis bajo el sello Netwriters, que a su vez es la primera red interactiva de escritores de España, de la que Emilio Porta, hombre polifacético, es uno de sus impulsores.


Al final del libro podemos leer la declaración de principios de la editorial: “En Ediciones Atlantis hemos realizado una nueva forma de ver la literatura, donde el espíritu creativo, el corazón y el estilo, caminan juntos”. Sin duda El Amuleto responde plenamente a este espíritu.

Nota bibliográfica:

Título original: El Amuleto
Primera edición: febrero 2013
Autor: Emilio Porta
Editorial: Ediciones Atlantis. atlantis@edicionesatlantis.com
ISBN: 978-84-940958-9-4

sábado, 18 de mayo de 2013

CRÓNICAS DE VIAJE - EPISODIO 0



Ayer desempolvé los diarios de viaje que escribí junto a mi marido en la década del noventa. Aquellos años en que teníamos juventud y capacidad de ahorro para, cada año, elegir un destino del mundo y viajar hasta allí con nuestra mochila. Fueron años de inmensa actividad profesional. A los ojos de muchos éramos una pareja de yuppies que se habían apuntado a la moda de hacer viajes exóticos y de aventura. A los ojos de mi madre, ese chico inquieto con el que me había casado iba a conseguir que nos matásemos en cualquier montaña perdida de vaya usted a saber dónde. No le faltaba razón a mi madre, que varias veces estuvimos a punto de morir, aunque de eso creo que nunca se ha enterado.

Para nosotros sin embargo, viajar era una manera de conocer a otras personas, otras culturas, otros paisajes, pero también de conocernos a nosotros mismos, mutuamente y de forma individual. No todas las parejas aguantan juntas las 24 horas del día durante 30 días seguidos. Nosotros no es que nos aguantásemos, es que las disfrutábamos como enanos.

Aquellos viajes en realidad duraban todo el año, porque durante meses nos dedicábamos a planificarlos minuciosamente. Estamos hablando de una época en la que Internet no estaba a nuestro alcance, tampoco había móviles, se utilizaba el fax y el télex, los billetes aéreos se compraban en las agencias de viajes y el dinero se llevaba en travellers checks, las cámaras de fotos eran de carrete y los más “profesionales” usaban película de diapositivas.

El primer paso, una vez elegido el destino, era pasarnos por las agencias de viajes para saber cuáles eran los lugares más turísticos del país en cuestión. En ocasiones, eso significaba incluirlos, pero en muchas otras, precisamente descartarlos ya que huíamos del turismo de masas. 

El siguiente paso era comprar varias guías, la Lonely Planet solía convertirse en nuestro libro de cabecera durante esos meses. El objetivo era contactar con alguien que ya hubiese viajado al destino en cuestión o, mucho mejor, que viviese allí. Practicábamos el “couchsurfing” basado en el boca a boca.

Y entonces, llegaba uno de los momentos claves y que recuerdo con mayor cariño. En una hoja tamaño DIN A3 dibujábamos una cuadrícula que sería nuestro calendario de viaje y sobre ella íbamos trazando el recorrido, las ciudades o lugares donde pernoctaríamos cada noche, los medios de transporte para cada día, los alojamientos…Siempre escribíamos a lápiz, porque durante meses era nuestro documento de trabajo que iría sufriendo constantes modificaciones.

- He leído que el Taj Mahal está cerrado los lunes.
- Vaya, eso cambia nuestros planes porque tendremos que quedarnos un día más en Agra.
- ¿Y si empezamos el viaje por Benares?
- No, no hay vuelos y además prefiero que nos vayamos haciendo al país poco a poco. Benares debe de ser muy impactante y además es un buen punto de partida hacia Nepal.

Esas eran el tipo de conversaciones que nos absorbían durante horas y horas.

Ya más cerca del momento de partir, llegaba el asunto de los visados, los pasaportes, las vacunas, los vuelos, el cambio de moneda y el equipaje.

Tengo guardado como oro en paño aquel pasaporte que nos hicimos con una foto en la que no estábamos nada arreglados. Mejor así, porque ese era el aspecto que teníamos cuando llevábamos semanas de viaje. Más de un guardia de fronteras habría dudado de mi identidad si en la foto del pasaporte hubiera salido peinada con moño italiano, maquillada y con traje sastre, que era mi aspecto habitual cuando me ponía el disfraz de broker de bolsa.

Aquel pasaporte lleno de sellos de todos los colores, porque para eso las autoridades de emigración de algunos países son muy creativas, igual que con sus billetes, y había sellos con tucanes, con letras árabes, con monumentos…

Nunca supimos viajar con poco equipaje. Al final lo conseguíamos porque la capacidad de la mochila era la que era, pero antes de regresar siempre acabábamos regalando ropa que no habíamos usado. Era nuestro reto cada año, reducir el equipaje, pero eso sólo conseguí aprenderlo muchos años después, al hacer parte del Camino de Santiago.

¿Qué condiciones debía tener nuestro destino? 

Generalmente buscábamos que estuviera fuera de Europa, porque pensábamos que Europa, España incluida, podríamos conocerla en viajes de fin de semana, puentes y sobre todo, cuando fuésemos jubilados.
Nos gustaban los destinos con culturas diversas a la nuestra y con paisajes naturales extremos: selvas vírgenes, volcanes, montañas elevadas, ríos bravos, llanuras nevadas. Pero aunque nos adaptábamos a cualquier medio de transporte y alojamiento, era importante que los dos o tres últimos días del viaje los pudiéramos destinar a estar en alguna playa en algún hotel con cierto lujo. Por dos motivos (o tres): poder darle descanso al cuerpo, poder adaptarnos poco a poco al modo de vida occidental, ya que solíamos apurar de viaje hasta el último día de nuestras vacaciones y poder bucear si el destino lo permitía.

Costa Rica, Venezuela, Colombia, Guatemala, la India, Jordania, Kenia, Tanzania, Nepal, Bolivia, Perú, Tahití, México, Estados Unidos, Panamá, Finlandia, Cuba, Zanzíbar…y Ecuador.

Aquellos años tan viajeros sólo podían acabar de una manera, con EL VIAJE, en mayúsculas. Nuestro deseo de conocer a fondo otras culturas, con aquellos viajes siempre se quedaba un poco cojo. No dejábamos de ser unos turistas que al final de las vacaciones se volvían a integrar, nunca iguales, a su modo de vida habitual. Sin embargo, la gran oportunidad se nos presentó cuando nos ofrecieron ir a vivir por tres años a Ecuador. Aquel fue el viaje de nuestra vida. En el que de verdad debimos integrarnos en otra sociedad y enfrentarnos al reto de vivir según sus normas, en el que nos enfrentamos a nuestros propios fantasmas, al desarraigo, a la soledad, a la incomprensión, y en el que definitivamente nos convertimos en otras personas.

Hoy, trece años después de nuestro regreso y cuatro desde que me divorcié, he tenido el valor de buscar la caja de mudanzas que se encontraba sellada en el trastero y sacar de ella aquellos diarios que íbamos escribiendo en tiempo real, tomando un refresco en Petra, o encaramados al templo cuatro de Tikal. Nos alternábamos en la escritura. Mientras uno lo hacía el otro solía leer alguna novela ambientada en el país. Son cuadernos que guardan una parte de mi vida en la que fui feliz, muy feliz, y sin embargo al releerlos, en muchos aspectos me cuesta reconocerme en la mujer que era entonces. En ellos hoy veo a un personaje de mí misma y me pregunto cuánto de ella aún permanece.